Uno de los aspectos que hicieron que Internet Explorer o Firefox cedieran el liderazgo al navegador Chrome fue la velocidad. Mientras que ellos se hacían más y más lentos, además de más saturados a nivel de opciones, un navegador creado por Google, sencillo, rápido y minimalista, se expandía como la espuma.
Con el tiempo, Google ha ido introduciendo opciones, extensiones y un montón de no sé qué cosas que, al menos en mí y en mi círculo cercano, sólo ha provocado que aquel sencillo y ágil navegador se haya convertido en una torpe y pesada herramienta.
No sé si a vosotros os ha pasado lo mismo… Pero el caso es que la experiencia de uso de los últimos meses con Chrome está empezando a ser imposible. El simple hecho de cargar una web algo pesada o reproducir videos de YouTube, se están empezando a volver tareas tediosas. Y no hablemos de la carga de memoria y cantidad de procesos que provoca. Abrid un par de pestañas de Chrome y mirad en el Administrador de Tareas de Windows… Veréis como 3 o 4 procesos más que pestañas y ¡un total de carga de memoria que asusta!
Tanto es así que, en las últimas semanas, he estado probando los nuevos Firefox e Internet Explorer. Y ¿sabéis qué? Para mi sorpresa tengo la sensación de que van mucho más fluidos que Chrome. ¿Soy sólo yo o también habéis notado esto al usar Chrome?
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