Más de 250 millones de resultados al buscar en Google, iPhone 3G S, millones de euros gastados en cubrir la conferencia WWDC 2009 de Apple y todo con un único objetivo: Hacer que la gente vaya corriendo a comprar un iPhone 3G S.
No digo que el iPhone 3G S no sea una maravilla de asistente personal, porque con las funciones que ofrece, ya no se debe de nombrar a este dispositivo como teléfono móvil nunca más, sino que el mundo que rodea al dispositivo estrella de Apple, desvela en mi opinión un exceso de interés con respecto a lo que en sí es el iPhone 3G S.
Es cierto que hace unos años, el iPhone era único en su especie, pero a día de hoy, podemos encontrar terminales que ofrecen al usuario las mismas o quizás, mayores prestaciones que el iPhone 3G S.
La pantalla táctil y el acelerómetro ya no son novedad. Podemos adquirir teléfonos con esas características a 0 euros en casi cualquier compañía, y sin condenarnos a altas tarifas de voz y datos como las exigidas a aquellos que deciden comprar un iPhone 3G S.
Por otro lado, es cierto que la innovación de Apple, el diseño, su fiel y constante línea de seguir siendo distinto a los demás, su autenticidad y la calidad de sus productos, han enamorado a millones de personas en todo el mundo.
No sé qué pensáis vosotros, hasta en ocasiones yo caigo en una controversia moral y personal cuando intento razonar este tipo de ''Booms'' que azotan nuestras vidas tecnológicas, y que hacen que productos como el iPhone 3G S se conviertan en símbolos culturales e identificadores de personalidad.
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