De nuevo la maldita fragmentación golpea en la cara a los usuarios de Android, por culpa de las nefasta gestión de los fabricantes y sus retorcidas e inútiles estrategias, que pasan por no dar soporte a ciertos terminales, con el objetivo de que los clientes siempre vayan a comprar los terminales más nuevos.
Me indigna ver situaciones como la que acabamos de conocer, en la que Sony afirma que varios de sus teléfonos Xperia, los cuales no tienen ni un año de vida, no se actualizarán a Android 4.1 Jelly Bean.
Teléfonos como el Sony Xperia Arc S, con un hardware más que compatible con la nueva versión de Android, quedan fuera del programa de actualización a Android Jelly Bean. ¿Por qué? Ni idea. El caso es que dichos descartes no responden a razones técnicas, sino más bien a comerciales.
De hecho, sabemos que esto es así porque ya ha quedado más que demostrado que cuando un fabricante asegura no actualizar algunos de sus terminales a una versión más reciente de Android por falta de potencia en estos, llega la comunidad de desarrolladores independientes y lanza una ROM completamente funcional y muy optimizada.
¿Qué consiguen los fabricantes como Sony con estas tretas? Espantar a sus clientes y ayudar a su propio declive, por no mantener el soporte asegurado. ¡Mirad a Samsung! Desde que mantiene un programa de actualizaciones en condiciones, la fidelidad de sus clientes es total.
¿No creéis?
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